Ya se ha acabado la semana santa, y la verdad que la vuelta ha sido un poco traumática, no por nada, me han tocado esos días de neurótica que quiero cambiar la organización de todo y a la vez de nada, vamos que de repente quiero un cambio en mi vida. Pero en tres días estoy como nueva y encantada en la rutina.
Bueno el caso es que el viernes santo decidimos ir a Cabarceno para que el pequeño viera jirafas, elefantes... como dice él, la selva.
La verdad que el parque está genial y los animales están a sus anchas, pero la afluencia de gente era bestial, así que como una semana santa que se digne, había colas en el coche hasta dentro de Cabarceno, por lo que el pequeño purrusaldo no vivió lo que yo esperaba.
Pero lo que más me indigno es que hasta en Cabarceno ocurren españoladas . Llegamos a ver los elefantes y de repente llega un coche a todo trapo escoltado y entra en la parcela, así que todos los españolitos de a pie nos quedamos mirando, salen dos parejas con sus respectivos purrusaldos y les empiezan a dar de comer a los animales, y después bañándose con las focas y así durante todo el parque, eso si, sin colas. Así que se me ocurrió preguntar al guarda que andaba por allí y me dijo que era el gerente con unos amigos.
Ahora diréis que es envidia, pero no, simplemente me parece fatal que un día de semana santa donde estamos tropecientos y la burra, se hagan distinciones y que todos lo tengamos que ver, porque yo pregunté si pagando se podía hacer y me dijeron que no.
A mi no me parece mal que el gerente lleve a quien quiera a hacer lo que quiera, pero si me parece mal que lo haga en horario publico, un día de semana santa y con toda impunidad. Me parece mal ese alarde de poder, esa falta de respeto para los demás y con los demás.
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